En el exilio emprendido por los republicanos españoles en 1939, no todo fueron diferencias y discrepancias, y menos todavía en el ámbito de la cultura, donde el desarrollo fue otro, al igual que el fomento de las señas idiosincrásicas y de lo común vinculante. Ciertamente, su derrota militar no fue nunca una capitulación cultural ni una dependencia resignada de los conocimientos y la creatividad existentes en el país de acogida. Tampoco se trató de una mera amputación en la cultura española, ni se produjo un absoluto disentimiento entre los diferentes ámbitos de sus profesionales. Antes bien...